Vivimos en una cultura que polariza las características que "deben" presentar hombres y mujeres, constituyendo un imaginario colectivo en el cual sólo pueden existir de forma contraria los géneros “femenino” y “masculino”. Esto trae consigo la creación de nociones tales como la “masculinidad” la cual se posicionará como un concepto complejo que “alude tanto al significado «correcto» de ser hombre como a diferencias con la feminidad” (Bonino, 2003, p.9). Se presentan así rasgos físicos y psicológicos a través de los cuales los hombres deben desarrollarse, produciendo efectos en su experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura. (Connell, 1997).
Los rasgos más característicos estipulados sobre lo "masculino" son: "agresividad, competencia y ansiedad" (Kimmel, 1997, p.2)
Un niño promedio pasa 40 horas semanales viendo televisión, deporte, películas o vídeo juegos
En la mayoría de éstas plataformas se pueden observar ejemplos de masculinidad, donde se enseñan facetas en las cuales los hombres se muestran con personalidades dominantes, agresivos y poderosos, con un temple que les impide mostrar demasiadas emociones. Por otro lado vemos al superhéroe, (que en su mayoría son hombres) usando la fuerza y la violencia para el mantenimiento del control. Éstas últimas figuras son las que más causan admiración y se posicionan como ejemplo para una gran cantidad de niños/as.
Otro ejemplo de éste fenómeno se da en los vídeo juegos, algunos de los cuales presentan dinámicas violentas, machistas y racistas que fomentan la degradación femenina, todas éstas imágenes afectarán el comportamiento de los/as sujetos/as que las observen y conformarán imaginarios violentos, que, en el caso de los vídeo juegos, aumentarán la tolerancia y aceptabilidad de la violencia hacia la mujer, tejiendo un entramado socio cultural que más tarde podrá desembocar en violencia de género, puesto que los hombres, desde
temprana edad, se verán entonces coercionados a ser viriles, masculinos, a
alejarse de lo femenino y a validarse constantemente como hombres con otros
hombres, lo cual implicará usar mecanismos como la violencia, manipulación, dominación, etc.
Bibliografía:
-
Bonino, L. (2003). Masculinidad
hegemónica e identidad masculina. Dossiers
feministes, 6, 7-36
-
Connell, R., VALDÉS, T., &
OLAVARRÍA, J. (1997). Masculinidad/es. Poder y crisis. La
organización social de la masculinidad, 31-48.
-
Kimmel, M. (1997).
Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina. Masculinidad/es. Poder y crisis, (24),
49-63.





No hay comentarios:
Publicar un comentario