Una relación asimétrica y de dominancia entre sexos.
Desde tiempos remotos ha existido una asimetría de reconocimiento respecto al “sexo” de la persona , es decir, se ha construido socio-históricamente una sociedad donde el hombre tiene un carácter superior en relación a la mujer. Esta jerarquización se ha ido legitimando a lo largo de los años, donde el rol de la mujer se asociaba a lo privado, a lo doméstico, el cuidado de los/as niños/as, los quehaceres del hogar, permaneciendo en un estado de sumisión frente a los hombres, y es que éstos últimos eran quienes tomaban las decisiones vinculantes, lo que conllevaba a que sus privilegios y necesidades predominaran.
Frente a este sistema de dominación, Simone de Beauvoir, al analizar las sociedades primitivas, establece que la sociedad patriarcal se remonta a cuando se comenzó a usar el bronce para fabricar herramientas, sobre todo para la guerra y, como explica López (2009), para Beauvoir, el orden patriarcal queda realmente legitimado a partir de la identificación de la guerra como algo meramente masculino, pues esto trae consigo valoraciones desiguales frente a lo que hacen y pueden hacer hombres y mujeres. Simone de Beauvoir dice que:
“la peor maldición que pesa sobre la mujer es estar excluida de estas expediciones guerreras, si el hombre se eleva por encima del animal, no es dando la vida, sino arriesgándola; por esta razón, en la humanidad la superioridad no la tiene el sexo que engendra, sino el que mata” (Beauvoir, 2000, p. 128).
De esta forma, en una sociedad patriarcal, todo lo relacionado a la mujer y a lo femenino, es menospreciado frente a lo que dice y hacen los hombres, por lo tanto, se da una "supremacía" de un sexo respecto a otro. Este dominio se expresa de diversas formas, en la repartición de trabajo, en lo salarial, en el reconocimiento social, en los cargos públicos, entre otros. Un claro ejemplo de esta asimetría es el hecho de que las mujeres tuvieron que luchar por su derecho a voto mientras que a los hombres sí se les reconocía ese derecho por el simple hecho de ser hombre.
Este cultura patriarcal es una las causas determinantes respecto a la violencia de género, puesto que, la opresión y violencia hacia la mujer, se relegaba a un espacio privado, es por esto que en los años 60, en Estados Unidos surge la disruptiva y, hasta hoy, célebre consigna de las feministas radicales que dice “Lo personal es político”, la cual pone en cuestión las fronteras establecidas por la dicotomía público/privado y la subordinación de las mujeres que esta división supone. Con esto, la violencia sexista pasa a ser una cuestión política y no algo privado que las mujeres deben vivir a puertas cerradas (Guerra, 2009). Posteriormente, en los años 70, el feminismo radical desarrolló el concepto de patriarcado para poner luz sobre este sistema de dominación sexual, buscando diferenciarlo del sistema de dominación económico (Guerra, 2009).
En cuanto al plano educacional, el patriarcado se manifiesta en el ámbito educativo de diversas maneras, pues este se comporta como un espacio de reproducción de ideas hegemónicas. Las lógicas heteronormativas tienen una incidencia bastante importante que se hace notar a través del sexismo y estereotipos de género que representan los propios textos escolares, a través de programas educativos y de otros mecanismos que operan, muchas veces como currículum oculto, de forma más silenciosa. Esto lo podemos visibilizar a partir de lo planteado por Sonia Montecino, quien encontró que en textos escolares entregados a estudiantes de séptimo básico se exponen narraciones marcadas por roles de género, así como lo relata respecto al texto “El regalo de los reyes magos”, donde “la proposición de femineidad de este cuento construye una visión simbólica en donde los <cambios de ánimo>, el llanto y la histeria pertenecen al reino de la mujer y el poder y la calma al reino del varón” (Montecino, 1997). De esta manera, las escuelas son espacios importantísimos en cuanto a la deconstrucción y/o la reproducción de ésta lógica patriarcal y machista.
Recomendación del día: dentro del arte cinematográfico y literario, una de las obras que podemos sugerir es "the girl with the dragon tattoo" (la chica del dragón tatuado), dirigida por el maestro David Fincher. La historia trata sobre un periodista (Mikael Blomkvist) que se encuentra al borde del desprestigio al perder un caso de difamación ante un famoso empresario. Mientras, una sui géneris muchacha (Lisbeth Salander) investiga a Mikael, contratada por Henrik Vanger, un poderoso pero anciano empresario que tiene una misión especial para el periodista: investigar la misteriosa desaparición de su sobrina adolescente, quien, sospecha, fue asesinada por un miembro de su propia familia. Sería justo decir que ‘La chica del dragón tatuado’ es la cruzada de Lisbeth contra el machismo instalado, estructurado, organizado e infiltrado en un sistema capitalista contaminado. Donde está instalada la hipocresía que oculta redes corporativas y clandestinas de violencia a la mujer.

Bibliografía
Beauvoir, Simone de (2000): El Segundo Sexo. I. Los hechos y los mitos y II. La experiencia vivida, Madrid, ed. Cátedra (1ª ed. francesa, 1949).
Guerra, L. A. (2009). Familia y heteronormatividad. Revista Argentina de Estudios de Juventud, 1.
Montecino, S. (1997). Constructores del afuera y moradoras del interior, Representaciones de lo masculino y de lo femenino en libros escolares chilenos. B. Eyzaguirre & L. Fontaine, edits. El futuro en riesgo: nuestros textos escolares. Santiago de Chile: Centro de Estudios Públicos.
Beauvoir, Simone de (2000): El Segundo Sexo. I. Los hechos y los mitos y II. La experiencia vivida, Madrid, ed. Cátedra (1ª ed. francesa, 1949).
Guerra, L. A. (2009). Familia y heteronormatividad. Revista Argentina de Estudios de Juventud, 1.
López, R. M. C. (2009). Simone de Beauvoir y la historia de las mujeres. Notas sobre El Segundo Sexo. Investigaciones feministas, 65-76.
Montecino, S. (1997). Constructores del afuera y moradoras del interior, Representaciones de lo masculino y de lo femenino en libros escolares chilenos. B. Eyzaguirre & L. Fontaine, edits. El futuro en riesgo: nuestros textos escolares. Santiago de Chile: Centro de Estudios Públicos.
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